Miriam Valenzuela
25 de Agosto, 2020
El principito de Antoine de Saint-Exupéry demuestra como a través del tiempo dejamos de utilizar la imaginación, mientras un niño ve una boa que se comió a un elefante, los adultos, quienes han perdido esa habilidad, ven algo completamente diferente, un sombrero. A su vez, mientras se va desarrollando el cuento se puede interpretar que los adultos impulsan a los niños a abandonar los sueños que ellos no entienden, muchos pueden relacionarse con esta situación, ya que de pequeños escucharon a sus padres decirles que no podían ser policías o bomberos, sino que debían de estudiar o hacer algo más tradicional, productivo, cuantificable, algo que hiciera dinero.
En la actualidad no son solo nuestros padres quienes nos desilusionan y nos obligan a abandonar nuestros sueños e imaginación, sino también nuestra realidad; nadie se atreve a imaginar una nueva Guatemala cuando el 61% de su población vive en pobreza(1), es difícil imaginar cuando crees que sin importar cuanto imagines e innoves no vas a generar un cambio.
Aunque nuestra realidad puede que sea cruel o limitada, también puede llegar a ser pacífica y abundante, de ambas maneras debemos de recordar que “somos responsables de lo que hemos domesticado”(2), nosotros somos en parte, responsables de esta realidad en la que vivimos, y es que hemos dejado de innovar, de soñar, de imaginar nuevas soluciones y por lo tanto hemos dejado de hacer y de intentar generar un cambio.
Nuestra falta de imaginación nos ha llevado a conformarnos con la realidad que tenemos, con las propuestas que nos dan, con las palabras y conceptos que ya existen y no buscamos expandir nuestra imaginación y crear algo nuevo. Si bien es cierto que la narrativa cambia dependiendo del tiempo y de quien la relata, también es cierto que nosotros somos dueños de nuestra propia narrativa, y qué en nuestras manos está cambiar lo que no nos gusta de nuestra historia, esto significa que podemos dejar explotar nuestra imaginación y crear nuevas palabras que describan lo que sentimos; nuevos conceptos que envuelvan nuestras ideas de una forma determinante; nuevas propuestas que solucionen nuestros problemas. Nosotros nos imponemos nuestros propios límites y es hora de entender que el cambio empieza en nosotros mismos, que lo que imaginemos puede generar el impacto que tanto necesitamos.
Debemos dejar de pensar que los hombres ya no tienen tiempo de ver nada(3) o crear algo nuevo y empezar a imaginar la Guatemala en la que queremos vivir hoy.
Antoine de Saint-Exupéry nos dice que “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” es por eso que debemos dejar volar nuestra imaginación y ver más allá de lo que nos da nuestra realidad y buscar el mañana que queremos hoy para Guatemala.
Referencias:
(1)https://www.eleconomista.net/actualidad/Guatemala-afronta-una-pobreza-multidimensional-del-61-20191126-0028.html
(2)Antoine de Saint –Exupéry: El Principito. Biblioteca Electrónica de la EUB. Edición Electrónica. Ecuador, 2003. Pág. 25
(3)Ibid. Pág. 26
La autora es Una simple estudiante de Derecho que un día de golpe dejo de soñar y cuando por fin le abrió la puerta a la fe y la imaginación se dio cuenta que lo que más deseaba era ver que Guatemala y el mundo no dejaran nunca de soñar, imaginar y creer.